agosto 6, 2023

Susana Paula: Ecóloga del fuego, amante de las aguas

Entender cómo las diversas plantas responden a los incendios, y qué impacto tiene el fuego sobre los ecosistemas, son temas que dan vuelta en la mente de Susana Paula, bióloga e investigadora principal del Instituto de Ecología y Biodiversidad, IEB.

Desde su oficina en la Universidad Austral de Chile, en terreno, o mientras interactúa con sus estudiantes, la científica busca responder a éstas y otras tantas preguntas que forman parte de su línea de investigación relacionada con los efectos del Cambio Global en nuestra biodiversidad.

Nacida y criada en Valencia, España, la Doctora en Recursos Naturales y Medio Ambiente de la Universidad de Cádiz, llegó a vivir a Chile en pleno invierno, bajo una lluvia torrencial que le dio la bienvenida a Valdivia: ciudad en la que reside hasta el día de hoy y que, desde sus inicios, le sorprendió por su particular condición de selva fría. En este nuevo territorio, su desafío era integrarse al Instituto de Ciencias Ambientales de la UACH.

“Conocía a españoles que habían estudiado o trabajado en Chile y tenía referencias de que había buenos científicos aquí, y que el medio natural era un sistema de estudios fantástico para una ecóloga. Así que decidí probar. Y bueno, ya llevo 12 años en Valdivia, y la verdad es que nunca había estado tan estable en mi vida desde que salí de la casa de mis padres”, menciona la integrante del Programa RP3 del IEB.

Entre amebas y naturaleza

Su camino y afinidad con la ciencia se inició tempranamente, al igual que su interés por la naturaleza, según recuerda: “A mi familia y particularmente a mi papá, le encanta hacer deporte al aire libre y yo conozco las montañas y equipos de buceo desde que tengo uso de razón. Por otro lado, siempre tuve una avidez especial por la investigación. Recuerdo cuando tenía unos 7 años, que podíamos llevar un dibujo a la escuela y si era lindo lo ponían en un sitio colgado por una semana. La primera vez que llevé uno, dibujé unas amebas. No sé de dónde saqué eso. Otras veces leía algo y luego dibujaba átomos y electrones. Conocer el medio natural en sus diversas dimensiones siempre me atrajo”.

Susana junto a su padre en las Torres del Paine

Otro hito que Susana destaca, fue su creciente interés por el reino vegetal, en el que también influenció un profesor de su liceo. Luego, en la Universidad, trabajó en un laboratorio dedicado a la taxonomía de plantas e identificación de especies. Después, en su Doctorado, se enfocó en ecología de plantas, y en analizar cómo la gestión para hacer frente a los incendios forestales podía generar daños a la biodiversidad. Luego, realizó dos postdoctorados en el Centro de Estudios del Mediterráneo, donde siguió profundizando en el tema de los incendios y en los mecanismos evolutivos de las plantas en respuesta a su ambiente.

Tras ese recorrido por el camino de la ciencia y la investigación, cruzó de un continente a otro para iniciar un nuevo capítulo de su vida, en un entorno y cultura diferente, que también le entregó otras sorpresas: una naturaleza exuberante, junto a lagos, ríos y mar, donde descubrió su pasión por el kayak.

Su llegada a Valdivia también le recordó lo distinto que podía comportarse el fuego en los bosques templados lluviosos, a diferencia de lo que pasaba en su tierra natal. “Aquí puedes estar frente a mucho material combustible, pero encender el fuego es difícil, porque tienes un montón de madera mojada. En el clima mediterráneo es al revés. Ahora estoy trabajando en inflamabilidad, así que generalmente cuando prendo fuego me pongo a pensar en mi investigación”, describe.

Susana realizando muestro en un bosque de Araucarias

Estando en Chile y trabajando en la Universidad Austral, Susana también descubrió una gran pasión por la docencia. Actualmente, es académica en la carrera de ingeniería en conservación de recursos naturales, abordando temáticas como ecofisiología de plantas, incendios forestales y biogeografía. Además, dicta clases a estudiantes de postgrado y es directora del Magíster en Ecología Aplicada de la UACH.

“Criar estudiantes y verlos crecer ha sido maravilloso. Los cuido y me gustar estar y trabajar muy cerca de ellos”, comenta la bióloga.

Incendios y Cambio Global: el gran desafío

La científica también es parte de la “Mesa de Ciencia y Conocimiento Frente a Desastres Socio-ambientales”, creada en marzo de este año por el Gobierno de Chile, a raíz de los incendios forestales que durante el verano azotaron fuertemente a la zona centro sur del país.

Al respecto, advierte que el proceso de trabajo puede parecer lento, pues se requiere de una completa evaluación para entregar antecedentes a las y los tomadores de decisión. “Necesitamos poder caracterizar el impacto de los incendios en los territorios, y en función de ello, ver qué medidas tomar. Si hay que plantar o no, sacar especies invasoras, etc”.

Susana junto a un grupo de estudiantes

Según explica la investigadora, tras un incendio forestal es muy relevante poner atención al suelo y protegerlo, ya que éste se ve altamente afectado con las llamas. En ese contexto, advierte que si se trata de hacer restauración, una estrategia clave sería tener un banco de semillas para generar un tapete vegetal que evite la erosión del suelo, el cual con las primeras lluvias de otoño suele deslizarse. “El ecosistema puede regenerarse, pero lentamente. Y si tenemos ese tapete es probable que se vaya generando materia orgánica para que el suelo se sostenga, vaya recuperándose y albergando nuevas especies”, señala.

Para la científica, abordar los incendios forestales, como uno de los componentes claves del Cambio Global, es un reto que también asume con entusiasmo desde que se integró al Instituto de Ecología y Biodiversidad, y al programa liderado por la investigadora Frida Piper.

La científica realizando un muestreo de inflamabilidad

“Me convocaron para apoyar este desafío importante y desarrollar investigación para entender las amenazas de los incendios a la biodiversidad. Actualmente, estoy intentando ver la respuesta de las plantas a los incendios y analizar la inflamabilidad, que también se relaciona con las especies invasoras y el cambio climático. Estudiar la interacción de estos componentes junto a un equipo diverso, es muy interesante y entretenido también”, comenta la investigadora, para quien la creatividad y las preguntas científicas aparecen en cualquier momento del día.

La colaboración y desarrollo de nuevas líneas de trabajo con integrantes del IEB, es otro foco de interés para Susana. Sin embargo, también estima que este impulso e interés se ve limitado por el ritmo acelerado de la vida actual y la hiper-productividad.

“El IEB es un ramillete de excelentes científicos  y científicas, pero las sinergias están recién comenzando. Creo que tenemos un potencial demasiado grande, pero todavía somos un diamante en bruto. Sin duda, será muy positivo colaborar más entre nosotros, pero hay un gran problema, y es que tenemos poco tiempo. En mi caso, cuando tenía 30 años, me subía a cualquier barco y vivía muy frenéticamente, pero hoy no tengo la energía para eso, pese a que tengo muchas ideas y quisiera abordarlas. Siento que hay mucho frenesí. La sociedad nos pide una velocidad, que no se puede transmitir sanamente a nuestra realidad orgánica. Comunicarse no es mandar whatsapp, sino poder conversar idealmente mirándose a los ojos, con matices que no te da un emoticón”, advierte la científica.

Del fuego al agua

Susana vive en Cutipay junto a su pareja, en los alrededores de Valdivia. En ese lugar hay un río del mismo nombre, que forman parte esencial del paisaje y de la vida de la científica, para quien el agua es otro elemento tan cercano como el fuego.

Hace algunos años descubrió su fascinación por el kayak, con el cual ha hecho múltiples recorridos por la Región de Los Ríos. Dice que extraña subirse más seguido a esta pequeña embarcación impulsada por remos, y poder hacer el “giro esquimal”, movimiento que permite recuperar la posición después de voltearse. Esta destreza también es clave en el mar, espacio acuático que también le atrae mucho y donde está aprendiendo a surfear usando tanto su kayak como la tabla de bodysurf.

Susana junto a Seni

“Me encanta eso, aunque estoy fuera de training. Y me encanta mucho más ir a acampar y llevar mi kayak, meter mi cocinilla a la mochila, agarrar un lago para remarlo y luego instalar la carpa en algún sitio. Eso me fascina. Y hace mucho tiempo que no lo hago”, afirma la científica española y admiradora de las artes.

Susana además, disfruta de poder tener tiempo con su pareja y los tres hijos de él, con quienes comparte el gusto por la naturaleza y la vida al aire libre, muchas veces, arriba de una camper -casa rodante-. En este vehículo también hay espacio para “Seni”, su querido perro gran danés de 9 años, compañero de conciertos musicales y muchas otras aventuras.

(Por: Carolina Todorovic)