octubre 6, 2023

Ricardo Segovia: entre bosques y naturaleza virtual

En el Departamento de Botánica de la Universidad de Concepción se da vida a un nuevo espacio que vincula fuertemente a la naturaleza con informática. Se trata de BIODATA, programa que comenzó a implementarse el año 2021, y cuyo fin es crear un gran portal virtual de información sobre la biodiversidad de Chile.

En este sitio trabaja Ricardo Segovia, biólogo de 40 años e integrante del Instituto de Ecología y Biodiversidad, IEB, para quien este proyecto implica un vuelco en la manera tradicional de hacer ciencia.

La digitalización de los herbarios de Chile, es una de las primeras etapas de esta iniciativa que se adhiere a la tendencia mundial de generar colecciones biológicas en espacios virtuales, un trabajo minucioso que también busca contribuir a las políticas públicas, el desarrollo de conocimiento y la conservación de nuestra biodiversidad. En este proceso participa Ricardo, en colaboración con los herbarios de la Universidad de Concepción y Universidad de La Serena, entre otros que se irán integrando al proyecto.

En su camino por la ciencia, el investigador se ha dedicado, principalmente, al estudio de la biodiversidad en distintas escalas espaciales, desde regionales a globales, comparando ecosistemas, principalmente bosques, espacios naturales por los que ha sentido una gran atracción, desde que era niño.

“Siempre tuve un vínculo muy cercano y de mucho amor por la naturaleza, pero no así con la ciencia, que la conocí mucho más tarde. También me gustaba ir a los cerros y acampar. De chico siempre viajé al sur, al bosque templado. Luego me di cuenta que quería estudiar algo relacionado con la naturaleza y pensé que a través de la biología podría desarrollar mi trabajo directamente desde el campo o fuera de la ciudad. Quería trabajar en algo que me permitiera explorar Chile y sobre todo el sur, que me fascina”, recuerda el investigador del Programa Integrativo Biodata, del IEB.

Ricardo nació en Santiago, en la comuna de La Florida, y vivió en esta ciudad hasta que entró a la Universidad de Concepción, en una época de efervescencia estudiantil que disfrutó mucho, según recuerda. Durante el pregrado, sus intereses fueron acercándose cada vez más a la ecología y la biodiversidad, así es que gracias a una beca del IEB, realizó el magíster en Ecología y Biología Evolutiva de la U. de Chile. Enseguida, en la misma casa de estudios cursó un doctorado y luego un postdoctorado en el Laboratorio de Juan Armesto, en la Universidad Católica, también con patrocinio del IEB.

“Durante mis estudios de postgrado conté con el apoyo del IEB y además trabajé no sólo con Juan Armesto, sino también con Fernanda Pérez y Felipe Hinojosa, quienes han sido parte de este centro. Por eso siempre digo que soy nacido y criado en el IEB”, comenta.

En esos años, el biólogo empezó a desarrollar estudios que le permitieron explorar el sur de Chile en múltiples viajes en camioneta, encontrando el lugar que buscaba a través de la investigación científica.

“Mi primera aproximación fue hacer filogeografía, que era muestrear poblaciones de árboles del bosque templado en todo su rango de distribución, y después comparar las diversidades genéticas para responder preguntas biogeográficas. Luego hice estudios comparativos entre los bosques de Chile y los de Nueva Zelandia, Australia y aquellos extintos en la Antártica”, señala el investigador.

Segovia destaca que sus investigaciones sobre el hemisferio sur fueron muy influenciadas por investigadores del IEB, y también por Carolina Villagrán, quien “con su mente rebelde” y su perspectiva de la ciencia y la naturaleza, aportó mucho en su formación. “Mi época de postgrado fue un período largo y bonito, y en un ambiente que nos llamaba a pensar todo de nuevo y que impulsaba muchas ideas y creatividad. Recuerda el investigador.

Ricardo Segovia también exploró la influencia del levantamiento andino en la biodiversidad del continente americano, y la estructura de la biodiversidad tropical y extratropical, considerando preguntas más globales y desde la macroecología. “Chile es casi el único componente de bosque extratropical de Sudamérica, jugando así un rol importante y de interés global. Las herramientas metodológicas usadas en esta área de investigación son las que después me permitieron llegar a Biodata”.

Mientras el investigador realizaba sus estudios de postgrado, comenzó a establecer vínculos internacionales. Entre ellos con Kyle Dexter de la Universidad de Edimburgo, hasta consiguieron financiamiento para colaborar formalmente e instalarse por algunos años en la capital de Escocia. Durante esta estadía fue acercándose a la informática, y trabajando en el diseño de programas de investigación.

A su regreso a Chile, el biólogo volvió a Concepción y luego trabajó un tiempo en la Universidad Austral de Chile, llegando en 2022 al IEB, ayudando a sentar las bases de Biodata.

Colecciones digitales y vínculos con la sociedad

Llegar a Biodata fue para Ricardo un paso importante, que también implicó salir de su “zona de confort”, donde lo habitual era desarrollar investigación de largo aliento y con resultados publicados en revistas científicas.

Ricardo en Biodata

“Al llegar aquí empezamos a trabajar en el proyecto de digitalización de los herbarios de Chile, y estableciendo canales de comunicación con el mundo público y privado. Realmente hemos creado un buen nodo de trabajo, armando proyectos que tienen otra dinámica del típico trabajo científico, y con plazos más acotados”, señala.

Respecto a la digitalización, el trabajo se basa principalmente en la obtención de imágenes de una planta que ha sido recolectada, utilizándola entera o bien, una parte de ella, como pueden ser ramas, flores y frutos. Dicho espécimen además, ya ha sido prensado, secado y guardado en herbarios.

Actualmente, Biodata cuenta con 35 mil especímenes escaneados, correspondientes a 1116 especies diferentes. Eso representa, aproximadamente, el 15% de la tarea total que se han propuesto. “Estamos avanzando bastante bien y vinculando a más herbarios todavía.  Hay mayor confianza y disposición a colaborar. También estamos desarrollando el “Atlas de la biodiversidad de Chile”, cuyo fin es construir una gran base de datos proyectada en el espacio, para que pueda ser usada por la comunidad científica, administrativa, sector público, comunidades privadas, locales y educativas de Chile”.

Para Ricardo, la dimensión creativa es la columna vertebral de la ciencia, y un elemento fundamental al momento de plantear preguntas y trabajar en resultados.

“Biodata ha sido un espacio de creatividad y exploración. Ya no voy tanto al bosque, estoy más en la oficina, lo que sí tiene algo de apasionante, porque el trabajo se propone crear vínculos nuevos en relación con la conservación y valoración de la naturaleza. Generar vínculos con la sociedad es uno de los objetivos que tienen los programas de investigación integrativos del IEB, y sin duda una de las cosas más desafiantes”, añade Segovia.

Investigador y su hija Noelia

El científico y padre de Noelia, -y quien disfruta mucho de la literatura, la música, la playa y los cerros-, espera que este proyecto de trabajo pueda llegar a ser un gran portal web o una suerte de Google de la biodiversidad chilena. “Nos gustaría que la plataforma llegara a ser un sitio interactivo que pueda ser usado por todo público, desde un especialista en plantas, hasta una profesora de escuela rural que junto a sus estudiantes requieran información sobre la biodiversidad de su comuna”.

Considerando la gran crisis de biodiversidad que nos afecta, y los desafíos locales y globales respecto a la conservación biológica, el investigador también advierte el rol de Biodata en esa dirección. Aportar con bases de datos públicas y de libre acceso, es un primer elemento importante que, a su juicio, también contribuye a la transparencia, un principio fundamental para la generación de conocimiento valioso para la sociedad.