noviembre 2, 2022
Patrimonio natural: el fenómeno del desierto florido

-El CEAZA, con apoyo del IEB y otras instituciones, realizaron un ciclo de charlas científicas, sobre este particular fenómeno.
Después de años sin presenciar lluvias significativas que nos permitieran ver el fenómeno del desierto florido, las precipitaciones en abundancia de este invierno hicieron posible la reaparición del espectáculo de despampanantes colores en el desierto de Atacama, una de las zonas más áridas del planeta. El desierto se tornó brillante, formando un verdadero manto de variados colores, que sólo se dejan vislumbrar cuando existen las condiciones apropiadas para su aparición. Pero, ¿qué es el desierto florido? ¿Cómo comenzó este fenómeno? ¿Por qué existe tanta variedad de flores en un desierto tan árido?
Para responder a estas preguntas la encargada de divulgación científica de CEAZA Claudia Hernández, organizó un ciclo de charlas con científicos y científicas expertos en el tema. “A fin de fortalecer la entrega de conocimientos a la comunidad local, para el programa de ciencia y turismo del CEAZA es importante la vinculación, tanto entre centros de investigación, como entre las personas y organizaciones que tienen iniciativas en turismo y la motivación e interés en aprender sobre el conocimiento que aporta la academia sobre el fenómeno del desierto florido”.
En esta iniciativa participó el Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB), el Centro de Estudios Avanzados en Zonas Áridas (CEAZA), en alianza con el Centro de Negocios La Serena de SERCOTEC, SERNATUR Coquimbo y Atacama, teniendo como presentadores y presentadoras a la Dra. Andrea Loayza, investigadora de la Universidad de La Serena y del IEB, junto con el Dr. Antonio Maldonado y la Dra. Alexandra Stoll, investigadores del CEAZA. En esta jornada, él y las expositoras narraron las circunstancias que hicieron posible la existencia del desierto florido.
Con el pasar de los milenios en el sur de Sudamérica se sucedieron y combinaron diversos tipos de flora, pasando por la tropical, y la antártica, entre otras. El levantamiento de la cordillera de los Andes generó un efecto de barrera biogeográfica, aislando la biodiversidad del lado chileno. Por eso hoy podemos ver especies endémicas, es decir que solamente existen dentro del territorio chileno, y cuyos parientes más cercanos se encuentran en lejanos lugares del mundo. Esto dio resultado a lo que es hoy la flora chilena, incluyendo aquella del desierto florido.
En Chile la precipitación invernal generalmente es acarreada por masas de aire húmedo provenientes del sur, llegando así la lluvia hasta el desierto de Atacama. Estos años lluviosos, normalmente también coinciden con aquellos en que ocurre el “fenómeno del niño”, episodio que causa que la superficie del Océano Pacífico tropical se caliente más de lo habitual.
Adaptaciones de la flora
Cuando cae suficiente lluvia en el desierto, brota la vida desde el depósito – o banco – de semillas que se encuentran sobre y bajo el suelo. Las semillas llegan por acción del viento o través de animales que comen semillas y las dispersan en sus fecas. Una vez llegadas al suelo, las semillas pueden tener distintos destinos: ser depredadas por animales, morir por causa de patógenos, germinar o persistir en el banco de semillas por varias temporadas.
La presentadora e investigadora del Instituto de Ecología y Biodiversidad, Andrea Loayza, explica que en el desierto de Atacama hay mucha variabilidad en los niveles de precipitación, por eso es que el fenómeno no se visibiliza todos los años. “La mediana de lluvias es de 15 mm por m² cada año, y no hay forma de que una planta pueda germinar con esa cantidad de agua. Pero una vez que sobrepasa este umbral, tenemos suficiente agua para la aparición de eventos grandes de floración. Una vez que florecen las plantas, viene el siguiente paso: la producción de semillas, esto es clave ya que permite pasar los genes a la siguiente generación y permite la persistencia de la especie en el tiempo”, detalló.

Las plantas que logran germinar en este territorio tan árido, desarrollan diversas estrategias para poder sobrevivir. Por ejemplo, las plantas leñosas como los árboles y arbustos, evaden estas condiciones desfavorables perdiendo las hojas y conservando así energía para subsistir en épocas secas, pudiendo rebrotar en años con precipitaciones. Por otra parte, plantas como los cactus son capaces de acumular agua en su interior. Otro caso es el de las plantas anuales y bulbosas que perduran en el tiempo por medio de semillas o bulbos, los cuales brotan o rebrotan cuando hay condiciones favorables.
Las flores del desierto florido son plantas anuales en su mayoría, es decir, que nacen y mueren en el período de un año, por lo que su reproducción es clave para la persistencia de la especie en el tiempo. En ambientes muy variables, como es el desierto de Atacama, las plantas tienden a auto-fecundarse, ya que si dependieran solamente de la polinización por insectos o animales mediadores -animales que transportan el polen-, no podrían asegurar el éxito reproductivo.
A pesar de ser especies con mecanismos de adaptación muy desarrollados, también sufren constantes amenazas surgidas de la acción humana, entre las cuales se encuentran:
- Perturbaciones como el pastoreo, huellas de vehículos, pisadas humanas y de ganado, como también el corte de estas especies para leña o decoración.
- Conversión de hábitat: La construcción de caminos, viviendas, basurales, entre otros. Debido a esto, se destruyen ecosistemas naturales por la intervención profunda del suelo.
- Cambio climático: El cambio en el clima promedio de una zona, lo que puede acarrear disminuciones en precipitación y aumento de temperatura.
- Introducción de especies de plantas exóticas invasoras: Las que compiten por el espacio y los recursos, acarrean enfermedades, y muchas veces contribuyen a aumentar la frecuencia de incendios forestales.
Es de vital importancia proteger la flora natural que entrega el desierto florido, ya que genera un ecosistema único y valioso en el mundo, compuesto de especies como suspiros de campo, patas de guanaco, añañucas, lirios de campo, cebollines, malvillas, coronillas del fraile y terciopelos, capaces de adaptarse y sobrevivir a un clima árido, incluso resistiendo bajo el suelo por años, hasta tener nuevamente las condiciones favorables para volver a brotar.
(Por Amaru Giacometto: estudiante en práctica IEB)