marzo 10, 2018
Montañas: fuentes de vida y de futuro

El congreso CIMAS convocó a gestores de áreas protegidas y representantes de la industria del ski, quienes conocieron de parte de científicos la relevancia de la conservación de las montañas para el desarrollo sostenible.
Entre el 8 y 10 de marzo se realizó el Congreso Internacional de Montañas (CIMAS) en Granada, España, evento que busca aportar al conocimiento para compatibilizar el desarrollo y la conservación en las montañas a través de la multidisciplinareidad y transversalidad en las propuestas científicas, integrando diferentes visiones que ayuden a garantizar la sustentabilidad económica, la riqueza y variedad ecológica, y el respeto al medio de la mano del conocimiento de sus paisajes naturales y humanos.
En el encuentro participaron, principalmente, gestores de áreas protegidas y representantes de la industria del ski, así como científicos que conocieron de primera fuente los intereses y actividades que se efectúan en estos ecosistemas, entre ellos el Dr. Lohengrin Cavieres, investigador del Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB) y académico de la Universidad de Concepción, quien expuso sobre la importancia de las interacciones positivas entre especies a la hora de determinar la diversidad en comunidades de alta montaña.
“Hasta no hace mucho se hacía énfasis en que la competencia entre las especies era el principal motor de la diversidad. Usando como modelo comunidades de alta montaña dominadas por plantas en cojín, hemos mostrado que estas modifican el microclima en su interior y alrededor de ellas, generando condiciones con temperaturas más moderadas y más estables que su entorno, con más agua y nutrientes, y por lo tanto se transforman en un sustrato apropiado para el establecimiento de otras especies. De este modo, su presencia es clave en la diversidad de comunidades en zonas de alta montaña”, explicó Cavieres.
En otras palabras, las plantas en cojín generan un microambiente más cálido que su entorno, convirtiéndose en un refugio térmico. Por otro lado, mantienen la humedad del suelo, en especial a bajas elevaciones y, además, el suelo bajo estas plantas contiene más nutrientes.
Si bien la presentación se enfocó en los Andes, con la cooperación de científicos extranjeros han demostrado que esto ocurre a nivel mundial. Los servicios ecosistémicos – como la provisión de agua potable – dependen de que la nieve acumulada en invierno se derrita poco a poco durante el verano, y llegue pura y filtrada hasta el fondo del valle, arribando luego a los hogares para el consumo humano.
Es, precisamente, la diversidad de plantas la que permite esta labor de estabilidad de las laderas para que se acumule la nieve y se derrita paulatinamente. Si no hay plantas, la nieve casi no se acumula y se derrite rápido, generando aluviones, entre otros efectos.
Cavieres puntualizó que “si actividades como la minería, el turismo y los centros de recreación no se preocupan de aquello, tendremos problemas con el suministro de agua potable. De hecho, esto ya pasa en Santiago, sobre todo con las lluvias de verano en la alta cordillera del Cajón del Maipo. Como los cerros ya tienen poco o nada de vegetación, no acumulan nieve ni filtran el agua.”
En definitiva, mantener las interacciones positivas entre especies de alta montaña, como el rol de las plantas en cojín, es fundamental para compatibilizar el desarrollo y la conservación en las montañas, dada su relevancia para la diversidad tanto a escala local como global.