julio 7, 2023
PERFILES | Mauricio Torres: trotamundos y guardián de las finanzas

El olor del café se respira varias veces al día en la oficina de Mauricio Torres Moraga, Director de Finanzas del Instituto de Ecología y Biodiversidad. En este espacio, ubicado en el Campus Juan Gómez Millas, de la Universidad de Chile, el contador auditor revisa diariamente todos los pagos, gastos y movimientos bancarios que se realizan en el centro basal.
Junto a Mariela Rodríguez, Elizabeth Bustos y Daniela Alarcón, forman un equipo alegre y meticuloso, cuyo trabajo es fundamental para mantener el “orden de la casa”. Además de ello, y en este rol que asumió en julio de 2019, Mauricio también busca apoyar la generación de nuevos recursos y proyectos para el IEB.
Pese a su carácter apacible, este hombre de 55 años, oriundo de Yungay -Región de Ñuble-, es inquieto por naturaleza, y su propia vida ha estado marcada por numerosos desplazamientos de un lugar a otro. “Lo que soy hoy día, también es producto de cambios importantes que han ocurrido en mi vida y en Chile”, señala.
Sus primeros años los pasó en Yungay y Campanario, junto a sus padres y su hermano menor. Cuando Mauricio tenía 4 años partieron a vivir a Chillán y meses después, al otro lado de la cordillera. “En Chillán mi madre tenía un almacén, y mi padre tenía microbuses y participaba activamente en un sindicato. Ahí nos pilló el Golpe Militar. Mi padre fue detenido y tuvimos que autoexiliarnos a Argentina. Estuvimos tres años en Neuquén y tuvimos que empezar una vida de cero, el primer año sin mi padre y luego los cuatro juntos”.
Pero en ese tercer año de estadía en Neuquén y a raíz de la disputa por el Canal de Beagle, comenzaron las tensiones entre Chile y Argentina, y según recuerda Mauricio, amenazas hacia los chilenos que residían ahí. Por esta razón, la familia retornó al país otra vez a rehacer su vida.
“De vuelta en Chile estudié en una escuela rural hasta sexto básico, que me permitió conocer mejor la realidad del campo, y de ahí me fui a estudiar interno a una escuela en Yungay, y después interno también en el Liceo de Hombre de Chillán. En esos años tuve que convivir con mucha disciplina y horarios muy fijos. Podía ver a mi familia solo los fines de semana. Luego de esa etapa, postulé a la Universidad del Biobío a estudiar contador auditor. Era una carrera nueva y me parecía interesante. Siempre me gustaron las matemáticas, pero si hubiese podido elegir mejor habría estudiado ingeniería comercial”, comenta el integrante del IEB.
Aunque Mauricio se considera una persona ordenada y trabajadora, también reconoce que durante su primer año universitario, la estructura a la que estaba acostumbrado se le fue un poco de las manos. “Imagínate. Fue como si a un pájaro le abrieran la jaula. Y bueno, hasta el día de hoy me encantan las fiestas”, comenta entre risas. Finalizada su carrera se trasladó a Santiago a trabajar en la Compañía de muebles CIC, pero tiempo después y debido a la crisis asiática, redujeron personal y Mauricio volvió al sur a vivir con su hermano y a trabajar dando clases en el Instituto Virginio Gómez, perteneciente a la Universidad de Concepción. En paralelo, también le ofrecieron un cargo como director de DIDECO (Dirección de Desarrollo Comunitario), en la comuna de Yungay, un rol que lo sorprendió y le permitió trabajar, explorar y profundizar en el ámbito social. “Ésta fue una etapa muy bonita, estuve a cargo de todas las organizaciones sociales de la comuna, trabajando con muchas unidades vecinales, en temas como vivienda, censo o deporte. Yo era la mano derecha del alcalde y tenía muchas responsabilidades también. Íbamos frecuentemente a terreno y arriba de la montaña, para ver cómo resolver desastres por temas de lluvia, entre otros asuntos prioritarios. Fue importante conectarme con esta faceta que de alguna manera también tenía por formación de mi padre, y porque estudié en una escuela rural en donde pude ver cuáles eran las carencias”, recuerda el ex DIDECO.
Durante ese año y medio de trabajo en la Municipalidad de Yungay, Mauricio también puso foco en la generación de proyectos y recursos para las personas de la comuna, un tema que hasta hoy le apasiona. Sin embargo, también se dio cuenta que la política no era lo suyo.

Terminada esta fase, se abrió la posibilidad de realizar un magíster en la Universidad de Zaragoza, en España, así que pidió un crédito CORFO, regaló todo lo que tenía en Chile y literalmente, partió con dos maletas a su nueva aventura. Allí estudió y trabajó, y vivió con su hermano quien también había ido a estudiar a esa universidad. Y mientras realizaba un curso de inglés conoció a Luisa: la diseñadora española que le robó el corazón, y madre de sus dos hijos, Daniel (20) y Sofía (13).

Mauricio logró extender su estadía en España más tiempo del presupuestado. Continuó estudiando un diplomado en economía social, trabajó en la compañía OPEL, y también logró adjudicarse una beca para hacer un MBA. Después trabajó en la empresa danesa Vesta Eólica, participando en la instalación de los enormes molinos de los parques eólicos como responsable de Inventario de máquinas y herramientas. “Entre los proyectos me tocó con orgullo ver crecer Los Parque Eólicos Canela, ubicados en la Región de Coquimbo”.
Sin embargo, una nueva crisis económica – la burbuja inmobiliaria del 2010, que afectó fuertemente a España, haciendo quebrar a muchas empresas- hizo muy complejo el panorama y Mauricio volvió a Chile a probar suerte. Trabajó en Puerto Montt y luego en Santiago, ciudad donde logró estabilidad y se convirtió en el nuevo hogar de su esposa e hijos.
“Llegué a trabajar en el Centro de Emprendimiento de la Universidad de Chile (Facultad de Economía y Negocios), como jefe de proyectos y ése fue mi primer trabajo para conseguir fondos concursables. Después ingresé a la Fundación para la Transferencia Tecnológica UNTEC (Facultad de Ingeniería de la Universidad de Chile) en donde creamos una unidad de certificación de plantas de revisiones técnicas, que me hizo recorrer Chile desde Antofagasta hasta Punta Arenas”, recuerda.
Llegada al IEB y desafíos
Así, su acercamiento con el mundo de la ciencia y la generación de proyectos se hizo más estrecho. También fue administrador de varios proyectos Núcleo Milenio, hasta que en el año 2019 se abrió un cargo en el Instituto de Ecología y Biodiversidad.
“El IEB me pareció un proyecto sólido y atractivo, con mucha proyección y potencial de seguir creciendo. Los temas que se trabajan en este centro son muy interesantes, y conceptos como el de ecosistema y biodiversidad son relevantes y vitales en muchísimos ámbitos. Por otro lado, también me motiva mucho trabajar con el mundo de la academia e investigadores, con el cual ya tenía un recorrido”, señala el director de finanzas.
Mauricio advierte que su rol en el IEB ha sido principalmente en el ámbito financiero, llevando el orden de todos los gastos y pagos destinados al proyecto basal y sus integrantes, distribuidos a lo largo de Chile.
Pese a ello y desde su trayectoria, asegura que también le interesaría poder contribuir más en el ámbito de recomendaciones o mayor apoyo en la gestión de proyectos y transferencia tecnológica, aún cuando el IEB cuenta con un equipo para ello. “Necesitamos poder fortalecer una unidad que nos permita desarrollar proyectos para llevar el conocimiento y experiencia a la empresa privada y el ámbito público. Tenemos que entregar algo más allá que publicaciones científicas en revistas. lo que sólo está al alcance de un grupo privilegiado. Pero confío mucho en que el IEB va a evolucionar en esa dirección. Tiene que hacerlo además y proyectar un crecimiento más allá de lo fondos públicos, aprovechando el tremendo conocimiento que se genera en este centro”, describe.
En ese contexto, señala que para avanzar también es importante lograr una mayor cohesión entre los integrantes del centro, pues percibe que existe cierta dispersión en el equipo. “Necesitamos afiatar a las y los investigadores, en torno a la importancia de la transferencia”.
De música y otras aficiones
Mauricio asegura que disfruta de su trabajo y del ambiente laboral en el IEB. Del mismo modo, comenta que al salir de su oficina, hay otros temas que lo motivan y a los cuales también les dedica una cuota de tiempo y energía.
Aunque en la ciudad no la usa todo el tiempo, es fan de su moto. También le gusta mucho hacer deporte. Anteriormente jugó tenis y en su época universitaria descubrió el Taekwondo, llegando a participar en diferentes torneos. La música es otro tema que lo apasiona, coleccionando diferentes equipos para oír a sus grupos preferidos, principalmente de los años 80’ y 90’, como The Police.
Hace poco tiempo además comenzó a estudiar batería y hasta lee partituras para tocar percusión. Compartir con su familia es algo que disfruta mucho también, especialmente en las horas de comida. Y cuando se trata de descansar y desconectarse de la ciudad, su panorama predilecto es viajar a su segunda casa, cercana a Maitencillo hacia la cordillera. Estar ahí y en contacto con la naturaleza, le recuerda su vida en el campo. “Cuando llego aquí también me gusta ponerme ropa cómoda, tomar la carretilla, la pala o el hacha y cortar leña para la estufa en invierno, por ejemplo. Disfruto mucho de este lugar”, señala.
Asimismo, a futuro, también sueña con volver a España donde junto a su esposa, aún tienen una casa en la costa cerca de Barcelona. “Mientras viví en España teníamos una lancha y salíamos a navegar. Mi sueño es ir a jubilarme allá, en esa casa, y salir en un velero, a disfrutar del Mar Mediterráneo”, finaliza.
(Por: Carolina Todorovic)