junio 5, 2023

Karina Godoy: constructora de puentes entre la naturaleza y el sector productivo

-Su gran amor por la Patagonia, y una década de trabajo y recorrido por viñedos de la zona central, buscando apoyar la conservación de biodiversidad, forman parte de la historia de la ingeniera en recursos naturales y coordinadora del Programa de Conservación de Biodiversidad en Agroecosistemas, del IEB.

Caminar por la hojarasca del bosque esclerófilo, sentir el fuerte calor de la zona central, escuchar nuevos cantos de pájaros, mirar boldos, litres y arbustos, son recuerdos que se agolpan en la memoria de Karina Godoy Maldonado cuando viaja al pasado, a sus primeros terrenos como integrante del Programa Vino, Cambio Climático y Biodiversidad del IEB, en el año 2011.

Poder vivenciar a este ecosistema desde los sentidos y conocer a sus especies, fue el inicio de una aventura que la ingeniera en recursos naturales de 35 años recuerda como fascinante.

Desde que era niña, Karina siempre quiso estar cercana a la naturaleza. Incluso, soñó con ser guardaparques y todavía lo anhela. Nació en Coyhaique y vivió toda su infancia en la Patagonia junto a sus padres y sus tres hermanos, con quienes recorrió el extenso territorio de la Región de Aysén.

“Mi papá fue uno de los ingenieros que trabajo en la construcción de la carretera austral logrando la conexión de la Patagonia. Mi mamá es colona de la zona y ambos se conocieron en ese proceso. Nosotros fuimos como hijos de la naturaleza, porque siempre estábamos recorriendo con ellos y mirando los caminos. Así que toda mi vida fue en interacción con este entorno natural y con distintos tipos de personas y mi familia que es muy diversa, habitando desde zonas muy rurales hasta otras más urbanizadas. Por el lado de mi madre, mi familia es campesina. Todo eso ha sido importante para mí, y un vínculo con el gran espectro de vivir”, comenta la coordinadora del Programa de Conservación de Biodiversidad en Agroecosistemas, del Instituto de Ecología y Biodiversidad.

Tras esa etapa de vivencias en la Patagonia y el calor de su hogar, Karina migró a Valdivia para estudiar en la Universidad Austral, ciudad en la que reside hasta hoy. Luego de cursar su carrera, trabajó en distintos ecosistemas realizando censos de avifauna, pero mientras estudiaba ya sentía una fuerte necesidad de integrar la dimensión social en la conservación de la naturaleza.

“Me interesaba trabajar con el socioecosistema, y ayudar a mejorar nuestro vínculo con la naturaleza”, describe. Fue así como participó en proyectos junto a comunidades de la Patagonia para conocer formas de desarrollo local, enfocadas en un manejo más sustentable del territorio, y tiempo después se integró al Programa VCCB dirigido por Olga Barbosa, en donde pondría a prueba otro de sus desafíos: generar puentes con el sector productivo.

De vino y otras cepas

Karina llegó a este espacio para trabajar con la industria del vino, e impulsar estrategias para apoyar la conservación de biodiversidad al interior de viñedos de la zona central. Todo esto, en permanente interacción con diversas personas: empresarios, productores, trabajadores agrícolas, administradores, encargados de marketing, enólogos, investigadores y estudiantes, entre otras y otros.

Karina junto a sus perros

Este programa investiga cómo los paisajes nativos pueden proveer servicios ambientales a esta industria y a comunidades locales, en un escenario de creciente impacto humano y cambio climático.

“Trabajar con el sector productivo ha sido un desafío muy bonito, pues han valorado el conocimiento sobre la biodiversidad y sus interacciones. También hemos visto cómo ellos han transformado sus prácticas de manejo y su discurso, incorporando a la naturaleza en sus indicadores, o entendiendo que, por ejemplo, la existencia de corredores biológicos en sus predios -con vegetación nativa- aporta positivamente a sus cultivos. Trabajar con el sector empresarial es relevante, porque ellos son grandes tomadores de decisiones. Y creo que la transformación debe ocurrir en diferentes escalas”, menciona la ingeniera en recursos naturales.

Karina Godoy explica que este desafío ha permitido un crecimiento conjunto, co-creando e intercambiando saberes entre los diferentes grupos. “El proyecto se inició con muy pocas viñas. Pero a medida que fuimos interactuando con los productores, ellos mismos fueron contándoles a otras empresas qué hacíamos nosotros y que nos contactaran. Eso significó también que las preguntas del proyecto fueron creciendo y que el enfoque se fue volviendo más multidisciplinario”, destaca la integrante del IEB.

En ese contexto, la científica señala que el desarrollo de talleres y actividades de transferencia, son las acciones que más la motivan, ya que generan interacciones con distintos profesionales y trabajadores, permitiendo además la creación de lazos humanos a lo largo del tiempo. “Me gusta mucho ser parte de estos talleres, en donde hay diversos saberes que interactúan y personas que buscan tomar decisiones en sus territorios”.

Pero en más de una década de trabajo, ¿qué cercanía ha tenido ella con el mundo del vino? Al comienzo, esta bebida no era muy del agrado de Karina, pero con el tiempo comenzó a explorar y disfrutar degustando una copa, sin olvidar el primero de todos los consejos que le dio un enólogo: “El buen vino es el que te gusta y te vas a tomar”. 

Otra experiencia que recuerda con gusto, fue cuando elaboraron vino en el laboratorio, en una línea de trabajo sobre biología microbiana, que buscaba comprender aspectos de la ecología y comportamiento de estos organismos. “Particularmente, aquí aprendimos sobre las levaduras que transforman el azúcar en vino fuera de la bodega. Para trabajar en este proyecto, cosecharon cepas de carmenere de distintas viñas de Chile. El estudio duró tres años y en el primero de ellos participó una enóloga. El primer año salió un vino espectacular. Degustamos todo muy bien. Pero en años posteriores nos tocó hacer la fermentación en laboratorio y sin enólogo, y terminamos con vinagre, muy exquisito, pero no logramos hacer un vino que fuera agradable al paladar, aunque teníamos el protocolo. Esto demuestra el rol importante que tiene cada persona en su trabajo”, recuerda Karina.

Pese a la gran pasión que imprime en su día a día, no todo es trabajo para Karina. Realizar paseos por la naturaleza y salir a acampar junto a su pareja, con quien vive hace 14 años, es otro panorama que la motiva y energiza, tanto como practicar boxeo, actividad que inició hace poco tiempo. Además, es amante de los perros y su casa se ha transformado en hogar temporal de estos animales, a los que cuida y esteriliza antes de ser entregados a sus nuevas familias.

“Tengo muy incorporada la idea de la tenencia responsable. E incluso, en mi proyecto de vida no está el ser madre, pero sí poder vivir con mis perritos”, menciona.

En sus tiempos libres, también disfruta mucho de leer ciencia ficción, sobre temas que van desde la llegada de los extraterrestres hasta novelas épicas e históricas.

Nuevos desafíos 

Los desafíos siguen creciendo para la integrante del IEB y, actualmente, en este nuevo programa del que es coordinadora, se busca que diferentes agroecosistemas, incluido viñedos, cultivos y huertas, se transformen en agentes que aporten a la mitigación del cambio climático y conservación de la biodiversidad. En ese contexto, Karina espera seguir estrechando puentes con las y los investigadores del centro e incluso, dentro de sus planes, está el reunir recursos para poder realizar un MBA aplicado al proyecto.

“Me satisface mucho ser parte de este proyecto del IEB, al ver que nuestras acciones generan un impacto visible en el territorio. Pero tenemos un desafío grande. Tenemos que integrar aún más a las ciencias sociales. Por otra parte, necesitamos seguir desarrollando ciencia que contribuya a responder a las preguntas del sector agrícola en tiempos especiales, y con mayor financiamiento. Realmente necesitamos hacer que la conservación de la biodiversidad sea atractiva para el sector productivo. Y para ello también se necesita tener una mirada más integradora entre las líneas de investigación y programas de nuestro centro”, concluye la científica.