noviembre 7, 2022

Fallece la destacada botánica y colaboradora del IEB, Alicia Hoffmann

Este domingo 6 de noviembre, a semanas de su cumpleaños 90, falleció la escritora y colaboradora de nuestro centro, Alicia Hoffmann. Desde el Instituto de Ecología y Biodiversidad, lamentamos profundamente su partida y agradecemos su enorme contribución a la ecología, botánica, ilustración y educación ambiental.

Estamos muy tristes con la partida de Alicia, quien ha sido muy importante para el desarrollo del IEB, y para la ecología en Chile y educación ambiental. Es una pena para nuestra comunidad y para las personas que nos preocupamos del tema ambiental”, destacó Aníbal Pauchard, director del IEB y académico de la Universidad de Concepción.

Médico pediatra de profesión, madre de una hija y tres hijos, y amante de la naturaleza y del dibujo desde muy pequeña, la científica chilena desarrolló un largo recorrido por el mundo de la ecología y la botánica, dando espacio a la investigación, la docencia, la ilustración y la creación de libros, principalmente para niñas y niños. Y en ese camino, siempre abierto a los desafíos, logró conectarse e interactuar con múltiples personas de las más variadas edades, intereses y oficios.

La pasión de Alicia por la naturaleza siempre estuvo latente en ella, desde que realizaba excursiones a la cordillera junto su familia.  Sin embargo, dedicarle sus horas de trabajo a ella, no fue un camino en línea recta. Primero estudió medicina en la Universidad de Chile, pero sólo alcanzó a ejercer seis meses como pediatra, al interior del Hospital San Juan de
Dios. En esos tiempos, y recién casada con Joaquín Cordua, la doctora Hoffmann supo que se había creado el Laboratorio de Botánica y Fisiología Vegetal en la Universidad de Chile, hasta donde llegó para realizar diferentes labores en histología, analizando los tejidos vegetales, haciendo cortes, todo lo cual le parecía “de una belleza impresionante”, según
recuerda ella misma en un reportaje realizado hace un año por el IEB.

Tras ese cambio de oficio, no había vuelta atrás. Su pasión por el mundo vegetal se había despertado con fuerza y para siempre. Más adelante comenzó a indagar en la investigación botánica. Luego, en los años 70´, se trasladó a la Universidad Católica de Chile, donde armó su propio laboratorio de botánica, en el recién creado Departamento de Ecología. Fue ahí donde empezó a realizar trabajos sobre interacciones entre plantas y animales, con temáticas como la dispersión de semillas. En esos años además, desarrolló un extenso estudio sobre el boldo.

Tras décadas de trabajo en las universidades, sus inquietudes también crecían. Luego de jubilarse, se abrió camino a otra veta de la educación, realizando talleres científicos y de biología en escuelas vulnerables, a través del Programa CREA.  “Estuve alrededor de seis años dedicada a esta área y fue una experiencia muy bonita”, asegura.

En esos años también, la botánica llegó a vivir a la Comunidad Ecológica de Peñalolén. Sin embargo, dicho sitio estaba cubierto por vegetación nativa y árboles como litres y espinos, muchos de los cuales se quedaron a vivir con ella en su jardín. Luego, de manera silvestre, comenzaron a crecer algunos maquis que, hasta hoy, le aportan un poco de sombra y frescura en días de calor.

Con el paso del tiempo, el jardín de Alicia se fue colmando de verde, incluyendo varios árboles frutales y especies que plantaron, como copihues. Hasta ese rincón de Santiago, al exterior de la casa diseñada y construida por uno de sus hijos, era común también que llegaran múltiples aves a visitarla: una loica y golondrinas asiduas al cordel donde se cuelga la ropa, una extensa familia de codornices con sus pollos, y un diucón, entre otros viajeros.

Escritura, ilustración e interacción con el IEB

Con ese telón de fondo, la inspiración seguía más vigente que nunca en la mente de la profesora y pronto llegó el momento en que se conjugaron dos caminos. Alicia Hoffman quería escribir libros sobre ecología, pero también quería dar color y forma a la naturaleza que tanto había observado.

Fomentar el vínculo de las personas con la naturaleza, mostrar la biodiversidad y ayudar a proteger nuestro entorno, fueron algunos ideales que motivaron el nacimiento de sus libros: Aves de Chile, 2000; Plantas que comemos, 2003; Ecología, conocer la casa de todos, 2008; Darwin en Sudamérica, nace un gran naturalista, 2009; El alerce, gigante
milenario (con el cual obtuvo el premio internacional IBBY, a la literatura infantil, tanto por sus textos como por las ilustraciones), y Ecología del Agua, 2014, entre otros textos.

Su primera creación, “Aves de Chile”, fue un libro que ha tenido gran difusión, y en el cual se retrataba a una especie de ave por página, describiendo sus características, comportamiento y ubicación geográfica. Dicho texto se realizó de la mano con el Instituto de Ecología y Biodiversidad, dando inicio así a una gran y permanente alianza de colaboración que se extiende hasta hoy, y que han permitido a la botánica, establecer
fuertes vínculos con diversos integrantes del centro, entre ellos, Juan Armesto, Mary Kalin, Ricardo Rozzi, Elie Poulin y Nélida Pohl.

Tanto éste como otros libros, contaron con detalladas ilustraciones hechas a mano por Alicia Hoffmann, imágenes que retrataba a partir de fotografías, utilizando pluma y lápices de colores. Sin embargo, la faceta artística no era nueva, pues había estado presente desde su niñez, gracias a su familia y a su padre que le mostró los secretos y técnicas de la acuarela.

Respecto a la colaboración con el IEB, la aficionada botánica destacó su relevancia. “En toda esta etapa de creación de libros, ha sido muy enriquecedor e importante la interacción con las personas del Instituto de Ecología y Biodiversidad, quienes siempre han estado aportando ideas, conocimiento y diferente tipo de material, como fotografías”, señaló en nuestro anterior reportaje.

Uno de los primeros acercamientos fue con la Premio Nacional Mary Kalin, luego de que Alicia dictara una charla sobre el maitén. A Juan Armesto lo conoció cuando ambos trabajan en la Universidad Católica, vínculo que se acrecentó después con la creación del IEB. De esta manera, el ecólogo se convirtió en un gran compañero de trabajo, alrededor de una mesa en su jardín y abundantes onces en la que compartían tartas de frambuesa.

Con él también, pudo ahondar en materias referidas a la interacción de plantas con animales, dispersión de semillas, polinización, entre otros procesos.

El cofundador del IEB se transformó así, en su verdadero «aval» al momento de escribir libros, desde que elaboraran juntos “Ecología, Conocer la Casa de Todos”. Por su parte, Juan también reconoce el gran aporte, apertura y amabilidad que ella siempre tuvo para compartir ideas, conocimientos y conversaciones, lejos de celos y rencillas propias del mundo científico y académico. Alicia incluso, le regaló un enorme cajón con caquis de su jardín.

Recordando parte de la vida y legado de la ecóloga, extrañaremos profundamente la creatividad y empuje incesante de Alicia. Su legado nos enorgullece, pues sabemos que a lo largo de todo Chile, niñas, niños y adultos seguirán aprendiendo sobre nuestra maravillosa naturaleza de la mano de nuestra querida Alicia Hoffmann.