marzo 31, 2023

Estudian plantas resistentes al estrés del cambio climático en zonas extremas de Chile

Investigadores del Instituto de Ecología y Biodiversidad -IEB- junto a colaboradores internacionales investigan en zonas de alta montaña y la Antártica en Chile. 

Estos hábitats albergan una biodiversidad única que proporciona variados servicios, pero por desgracia, se encuentran entre los más afectados por el cambio climático. Aunque Chile cuenta con un impresionante laboratorio natural para estudiarlos, aún se desconoce la vulnerabilidad al cambio climático de las especies de plantas nativas y exóticas de los Andes chilenos, y de las dos únicas plantas vasculares antárticas, comúnmente conocidas como pasto antártico (Deschampsia antarctica) y clavelito antártico (Colobanthus quitensis). Las plantas vasculares poseen un sistema de circulación formado por vasos conductores.

Estimar la vulnerabilidad que tienen las especies de los ecosistemas de los Andes chilenos y la Antártica frente al aumento de las temperaturas y sequías es el gran objetivo de esta investigación. “Estudiando las características funcionales de estas plantas esperamos obtener datos que permitan hacer predicciones certeras sobre su susceptibilidad al cambio climático, e identificar, por ejemplo, cuáles podrían resistir más o menos a las nuevas condiciones ambientales”, destacó la Dra. Patricia Sáez.

Esta investigación se realiza gracias al financiamiento del proyecto Anillo Ciencia & Tecnología (ACT210038) del Dr. Lohengrin Cavieres (Universidad de Concepción) y el proyecto Fondecyt 1211231 de la Dra. Sáez (Universidad de la Frontera), y cuentan entre los programas de investigación del IEB.

 

Cómo se estudia la resistencia de las plantas?

El equipo de investigadores del IEB, Patricia Sáez, Lohengrin Cavieres y Aníbal Pauchard, estudian especies que crecen a distintas elevaciones en cuatro sectores de Los Andes: Altiplano, Farellones, Conguillío-Lonquimay y la Patagonia, evaluando su vulnerabilidad, es decir, cómo resisten a cambios en las condiciones ambientales, para encontrar cuáles se encuentran en la categoría de “ganadoras o perdedoras” según su respuesta y resistencia a estos cambios. 

En estos gradientes contemplados en el estudio -entre altiplano y Antártica- es posible encontrar similitudes, pero también diferencias importantes en las condiciones climáticas. Por ello podemos decir que esta gradiente funciona como un laboratorio natural, pudiéndose comparar cómo se comportan las mismas especies a lo largo de ese gradiente ante distintas condiciones ambientales, y si sus mecanismos de resistencia cambian o no.

“Primero debemos tener un conocimiento base de cómo se comportan estas especies, y de qué manera podrían hacer frente, por ejemplo, a incrementos en la temperatura o carencia de agua. Esto permitirá enfocar de manera más precisa nuestros esfuerzos para intentar frenar o mitigar los efectos que el cambio climático podría tener en estos ambientes tan ricos y sensibles a la vez”. Debemos recordar que estas especies han evolucionado en ambientes muy extremos y en los cuales pocas especies logran mantenerse, por lo tanto, constituyen verdaderos reservorios de conocimiento sobre estrategias para resistir el  estrés ambiental, destacó la Dra. Sáez.

 

Potente colaboración internacional

Una característica que destaca en estas iniciativas de investigación, es la consistente colaboración internacional con científicos de distintas instituciones, quienes se han visto atraídos no solo por los objetivos de investigación, sino también por la particularidad de las especies que viven en estos ambientes helados. 

En esta oportunidad, participaron junto a los investigadores Sáez y Cavieres, el Dr. Jeroni Galmés y el Dr. Jaume Flexas, ambos de la Universidad de Islas Baleares en España, quienes se sumaron a la campaña de terrenos durante los meses de enero-febrero del presente año, en el gradiente Andino-Patagónico.

Sobre el trabajo cooperativo en nuestro territorio, el Dr. Jaume Flexas comenta que Chile es el país que abarca un mayor rango de latitudes, prácticamente entre 17 y 56 grados sur. Esta característica, junto con la omnipresencia de la Cordillera de los Andes, le otorga una gran riqueza y diversidad de hábitats y especies vegetales. “Como ecofisiólogos de plantas, nos resulta un escenario único donde poder estudiar de qué forma las plantas se adaptan a una gran diversidad de ambientes, y de qué manera su fisiología responde a factores climáticos tan variados como la sequía, el viento, los extremos de temperatura, etc.”. “Aquí existen especies con adaptaciones morfológicas y fisiológicas únicas, como la llareta (Azorella spp.), que constituye el tejido verde más compacto y tenaz que se conoce, o la keñua (Polylepis tarapacana), el árbol que forma los bosques a mayor elevación del planeta”, señaló.

A su vez, el científico español comenta que la red internacional establecida con Chile resulta fundamental para el estudio de estas especies. “Los investigadores chilenos conocen muy bien estas plantas, así como los lugares donde viven, y poseen amplia experiencia en el estudio de su fisiología y ecología, por lo tanto nuestros conocimientos técnicos en materia de ecofisiología son complementarios de los suyos, resultando una colaboración muy fructífera, que ya se ha traducido en la publicación de numerosos artículos científicos conjuntos en revistas de alto prestigio internacional”, destacó.