julio 28, 2021
Ecología inclusiva y realmente global: el gran desafío que proponen investigadores

-Un artículo publicado en la Revista Trends in Ecology and Evolution, abordó los problemas de asimetría y desigualdad a los que se enfrenta esta disciplina, cuya producción y visibilidad se concentra mayormente en el hemisferio norte y naciones de altos ingresos.
-El investigador del IEB, Aníbal Pauchard, junto a un equipo de Argentina y Brasil, participó en este trabajo que también identificó cinco grandes limitantes y algunas soluciones para enfrentar las brechas.
En un período de Cambio Global y fuertes impactos medioambientales a nivel mundial, generados por la actividad humana, el desarrollo de las ciencias ecológicas se vuelve cada vez más necesario. Sin embargo, el desafío es complejo, ya que existe una asimetría en la producción e intercambio de conocimiento sobre ecología, el cual, históricamente, ha sido dominado por países que concentran los mayores ingresos, principalmente, aquellos del hemisferio norte.
Para abordar esta problemática, un grupo multidisciplinario de investigadoras e investigadores de Chile, Argentina y Brasil, elaboró un trabajo que fue publicado en la Revista Trends in Ecology and Evolution, el cual describe los sesgos y limitantes que hoy existen en esta área, y qué acciones se debieran impulsar para avanzar hacia una ecología verdaderamente inclusiva y global.
En ese contexto, los autores advierten que “el primer paso hacia las soluciones es reconocer y diagnosticar esta desigualdad y acoger nuestra diversidad geográfica y cultural”. Esto, ya que la ecología depende del contexto, y procesos que varían de acuerdo a las regiones, ecosistemas y también a lo largo del tiempo, mostrando diferencias que son “fundamentales para nuestra comprensión de la naturaleza”.
Aníbal Pauchard, investigador del Instituto de Ecología y Biodiversidad, y Profesor de la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad de Concepción, es uno de los científicos que participó en el estudio, para quien resulta fundamental cuestionar el desarrollo actual de la disciplina y avanzar hacia un modelo más colaborativo. “En este trabajo mostramos este problema de la ecología, que dice ser global, cuando realmente no lo es, pues la validación y generación de este conocimiento siguen estando concentradas en algunas regiones. Hay barreras y sesgos que interfieren, y por eso uno de los temas que promovemos es la investigación inclusiva, que rompa las jerarquías y permita que agentes locales e internacionales aporten desde su perspectiva. Ésa es la clave de la ecología global: entender que todas y todos desde nuestros territorios podemos hacer aportes distintos e igualmente valiosos”, comenta el ecólogo del IEB y director del Laboratorio de Invasiones Biológicas, LIB-UdeC.
Para trabajar en esta dirección, las y los investigadores señalan que los esfuerzos y voluntades deben provenir de toda la comunidad internacional, incluidas revistas, científicas y científicos de todas las regiones del mundo.
Principales barreras y soluciones
De acuerdo al artículo, las asimetrías y desigualdades en el campo ecológico, se expresan de diversas maneras, siendo una de las más notorias, la cantidad total de artículos publicados que está “desproporcionadamente inclinada hacia algunos países y regiones,” a diferencia de otros que están casi ausentes del escenario. Estados Unidos es la nación que más publicaciones reporta, y luego se ubican algunos países de Europa (Ver imagen).
“Debido al desequilibrio global en la producción científica y en su visibilidad, es común ver análisis globales o artículos que incluyen estudios de una gama limitada de regiones y con la mayoría de autores de países de altos ingresos, lo que hace sospechosas estas generalizaciones”, se menciona en el documento. Este sesgo también afecta a jóvenes que están formándose como científicas y científicos, limitando el acceso al conocimiento y la representación geográfica de la ecología, en diversos territorios y ecosistemas.
En este mismo contexto, las y los autores identificaron cinco barreras determinantes y algunas soluciones. La primera barrera es la dominancia del inglés como único idioma para generar publicaciones y acceder a literatura e información relevantes. Para ello, se propone que las propias revistas apoyen a las y los investigadores que quieren publicar, cuyo idioma materno no es el inglés. También se promueve que las personas que hacen ciencia busquen documentos en idiomas diferentes al inglés, los que guardan muy valiosos contenidos. Tal es el caso, por ejemplo, de materiales sobre conocimiento ecológico indígena y local.
Otra gran limitante que advierte este trabajo, es en materia de financiamiento e infraestructura para la investigación ecológica, la cual es asimétrica en el mundo. “La desigualdad en estas áreas existe tanto dentro como entre los países, y crea una gran barrera para producir conocimiento en muchos lugares del planeta”, se menciona. Es por ello que, en lugar de simplemente estudiar otras regiones del mundo, las y los científicos de regiones privilegiadas deberían establecer colaboraciones sólidas con investigadores y comunidades locales, considerando también un mayor protagonismo de éstos en las autorías de los trabajos de investigación publicados.
“La solución global para las fuertes desigualdades en la ciencia requiere de cambios profundos, incluyendo el cómo operan las sociedades y países. Por ello, es probable que no desaparezcan pronto, pero nosotros como personas de las ciencias podemos actuar para minimizar sus consecuencias negativas en la producción y difusión del conocimiento”, aseguran los autores.
Una tercera gran barrera es en educación y formación, lo que implica que no hay suficientes estudios en algunas áreas. “Necesitamos fomentar la investigación en áreas o ecosistemas poco estudiado s, idealmente por parte de investigadores locales que puedan tener conocimientos sobre estos ecosistemas, pero se debe promover colaboraciones en lugar de solo invitaciones para recolectar muestras o contribuir con datos. América Latina ofrece un buen ejemplo de cómo la investigación ha crecido en las últimas décadas debido en parte, a exitosas colaboraciones internacionales “Sin embargo, aún falta masa crítica, no existen suficientes académicos en nuestros países”, argumenta Martín Núñez, investigador argentino y autor principal del artículo.
Una cuarta limitante que se advierte, es en los sesgos contra las y los investigadores y el trabajo desarrollado en las regiones menos privilegiadas, que incluyen la existencia de prejuicios a nivel consciente e inconsciente, que generan visiones limitadas del mundo y ponen en duda el valor de la ciencia que emerge de estos grupos. Para ello, se propone dentro de la comunidad académica, aumentar el aprecio por la importancia de la diversidad en ciencia, con medidas concretas como mejorar la formación de los editores de revistas, con el fin de ayudarles a reconocer y evitar los sesgos de revisores y de ellos mismos al juzgar la calidad científica de los trabajos.

Aníbal Pauchard señala que esta barrera también se da al interior de los mismos países e instituciones académicas, donde la competencia es muy fuerte. “También hay sesgos de tipo racial y de clase sociales, y el camino es duro y cerrado, incluso dentro de las mismas estructuras académicas, escuelas y ciudades del país. Sin embargo, también existe más apertura para escuchar la diversidad, ya que a través de estas diferencias se pueden encontrar mejores resultados. Por otro lado, también hay ecólogas, ecólogos y otros científicos que están denunciando y enfrentando estas problemáticas en algunos países. Y allí es donde entra en juego la empatía. La empatía es vital en la formación de equipos de trabajo”, asegura el investigador del IEB.
Un último punto que destaca este trabajo, son las diferencias en la cultura de la investigación, incluido el uso de tecnologías. “Como investigadores, podemos tener los mismos objetivos generales de comprender la naturaleza, pero no todos seguimos las mismas reglas. Algunos países exigen mucha productividad en la investigación, mientras que otros no esperan que sus investigadores publiquen más de un artículo al año. Además, no todos trabajamos al mismo ritmo. Para algunos, los artículos se producen rápidamente, mientras que para otros, escribir es un proceso mucho más lento. También, es importante entender estas desigualdades en el contexto de otros problemas de la academia como la discriminación de género o minorías dentro de un mismo país. En resumen, tenemos que asumir estos desafíos y mejorar nuestra labor de manera más inclusiva” comentan los autores. Por ello, aseguran que no debe esperarse que todos los colaboradores trabajen y respondan al mismo ritmo o se comuniquen de la misma manera. “Necesitamos aceptar las diferencias para permitir que las personas hagan su mejor esfuerzo”, concluyen.
En el caso particular de Chile, Aníbal Pauchard advierte que los movimientos sociales y el nuevo contexto político, representan una ventaja para hacer de la ciencia un espacio más inclusivo que permita ampliar la mirada y avanzar hacia una real la integración de las diversidades en el liderazgo y desarrollo del conocimiento científico y ecológico. “La riqueza cultural de Chile, que incluye la mirada de los pueblos originarios, puede abrir oportunidades impensadas cuando se trata de estudiar los ecosistemas únicos de Chile, valorar estas múltiples miradas es el nuevo gran desafío para la ciencia de la ecología”, finaliza.